Cien años de los Tribunales Económico-Administrativos. (Poco que celebrar o historia de una decepción)

En 2024 se cumplen cien años desde la creación de los Tribunales Económico- Administrativos (TEA). La celebración de este aniversario ha sido uno de los temas presentes en las recientes jornadas celebradas el pasado 10 de abril en la Zaragoza, a las que acudimos más de 150 funcionarios de toda España destinados en los tribunales.

Como suele ocurrir en cualquier evento de este tipo, es muy satisfactorio reencontrarse con los compañeros, intercambiar saludos y ponernos al día de nuestra vida personal y profesional, de nuestras opiniones e inquietudes. Como también es habitual, pudimos asistir a diversas e interesantes ponencias, en este caso, impartidas tanto por varios magistrados como por miembros de la casa. Tampoco faltaron las intervenciones institucionales del Secretario de Estado de Hacienda y del Presidente del Tribunal Económico-Administrativo Central, quienes destacaron la excelente labor desarrollada, una vez más, por los miembros de los Tribunales Económico-Administrativos, agradeciéndonos a todos, un año más,  el esfuerzo realizado, y anunciando la próxima entrada en funcionamiento  del que, parece ser, es el gran logro de los tribunales en los últimos tiempos, el nuevo sistema de información.

Hasta aquí, un breve resumen, creo que bastante aséptico, de lo que fue nuestra reunión anual.  Sin embargo, creo que ha sido algo más, ha sido la reunión de la decepción.

Es de sobra conocido que los TEA llevan mucho tiempo arrastrando toda una serie de problemas estructurales, tanto de tipo organizativo como en materia de personal. En relación con los primeros, me remito al artículo que publiqué en este mismo blog en enero de este año, titulado, «Los infinitos ojos de la Administración y la paciencia infinita del contribuyente”. En lo que se refiere a los recursos humanos, la problemática es muy variada, desde la falta de adecuación de las plantillas al número de reclamaciones presentadas y que han de ser resueltas, hasta las diferencias retributivas en comparación con los compañeros destinados en la AEAT o la falta de carrera administrativa en el seno de los mismos TEA.

Mención especial merece la inexplicable situación del Cuerpo Técnico de Hacienda al que le resulta prácticamente imposible el cambio de destino a la AEAT, de tal manera que, para muchos, su puesto de trabajo en el tribunal se ha convertido en una situación carcelaria de la que no pueden salir.

Hace unos años, como consecuencia de la precaria situación de los tribunales, hubo múltiples reclamaciones de los contribuyentes al borde de la prescripción, lo que hizo reaccionar a los órganos directivos y dio lugar a la adopción de dos medidas «de emergencia«: la aprobación de un plan especial de productividad y el reforzamiento de las plantillas mediante la asignación temporal de funcionarios de la AEAT, en su mayor parte, de nuevo ingreso.

Si bien estas medidas han conseguido reducir las reclamaciones pendientes de resolución, ello no significa que los problemas estructurales citados no sigan estando presentes, de ahí que ya desde hace unos años se plantearan diversas soluciones que iban desde la integración de parte de la plantilla de los tribunales en la AEAT, hasta la creación de una agencia estatal propia o, incluso, la elaboración de una nueva relación de puestos de trabajo (RPT).   Es innegable que, en un determinado momento, los que estábamos destinados en los TEA llegamos a tener fundadas esperanzas en que se articulara alguna de esas posibles soluciones de la mano de un incansable presidente del TEAC, de una Directora de la AEAT que había sido, previamente, Presidente de dicho Tribunal y que era recordada por su innovadora gestión, y un Secretario de Estado que era también Inspector de Hacienda y, por tanto, conocía de primera mano la problemática existente.

Lo cierto es que las esperanzas se quedaron en eso, en simples cantos de sirena.

Ya el año pasado, en las jornadas anuales celebradas en esa ocasión en Valencia, se nos puso de manifiesto la renuncia a efectuar cualquier modificación estructural, lo cual se ha visto ratificado en las jornadas de este año, con un lacónico y desesperanzador «no va a haber nueva RPT«.

Puede parecer que en la celebración de un centenario lo oportuno sea destacar las cosas positivas de la institución, sin embargo, creo que ello es totalmente compatible con ser conscientes de sus deficiencias y no debe caerse en la autocomplacencia, abandonando toda autocrítica, que es lo que realmente ocurrió en Zaragoza, llegando incluso a caer en una especie de cortapisa al limitar la posibilidad de efectuar preguntas por parte de los asistentes. En resumen, muchas felicitaciones y alabanzas en los discursos a la vez que se esquivaban aquellas cuestiones que podían resultar molestas y que, no nos engañemos, ponen de manifiesto el fracaso de la actual presidente del TEAC (aunque estoy convencida de que no es por falta de empeño por su parte, lo cierto es que no se han cumplido los objetivos reformistas que él mismo, según ha manifestado reiteradamente, se había marcado).

No deja de resultar sarcástico que los mismos que se deshacen en alabanzas a continuación afirmen que las cosas van a seguir como están. La realidad es que es absurdo engañarse, dentro de la Administración Tributaria hay instituciones de primera y segunda categoría, y los Tribunales Económico- Administrativos, al igual que la Dirección General de Tributos, son de segunda, una especie de actores de reparto en una película en la que siempre el actor principal y protagonista es la AEAT. En consecuencia, nadie va a perder excesivo tiempo en solucionar los problemas que afectan a un ente menor. Cuando antes nos demos cuenta TODOS de esto, mejor.

Por casualidades de la vida, el mismo día en el que se celebraba nuestra reunión en Zaragoza, se publicó el listado provisional del concurso para la provisión de puestos de trabajo en la AEAT. Concurso en el que hemos solicitado plazas varios funcionarios de los tribunales a fin de volver a la AEAT. A la vista de dicho listado, se puede comprobar que, en ocasiones, sobre todo para acceder a las plazas de mayor nivel, el estar destinado en los tribunales puede acarrear una menor puntuación. No voy a discutir aquí si ello es justo o no, sino que me limito a constatar una realidad, un dato objetivo. En el ámbito de los tribunales las posibilidades de carrera administrativa son mínimas, sobre todo si se compara con la variedad de puestos de la AEAT. Ello supone que permanecer durante varios años en un tribunal puede convertirse en una especie de suicidio administrativo. Muchos no somos conscientes de esa realidad cuando estamos destinados en un Tribunal, sin embargo, aparece cuando decidimos que queremos volver a la AEAT.

No puedo negar que, de mis 30 años como Inspectora de Hacienda, los 12 que he trabajado en el TEAR de Canarias han sido los más gratificantes (en buena parte, gracias a mis compañeros destinados allí). Del mismo modo, no puedo por menos que lamentar que en este año, en el que se celebra el primer siglo de la institución, no podamos celebrar también la llegada de la ansiada y necesaria reforma de los Tribunales Económico-Administrativos.

Mª Genma Martín Meléndez, Inspectora de Hacienda del Estado

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