Un blog de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE)

Administración Pública Administración Tributaria

Blog fiscal de crítica tributaria (sin ánimo de ofender)

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“Resulta de todo punto monstruosa la forma en que la gente va por ahí hoy en día, criticándote a tus espaldas por cosas que son absoluta y completamente ciertas” (Óscar Wilde)

 

Hace tiempo que tenía ganas de escribir sobre el tema que hoy me ocupa, que es la importancia del punto de vista que, sobre nuestro sistema tributario y sus tribulaciones, podemos ofrecer los que lo vemos desde el lado de la Administración, y particularmente, sobre la oportunidad de hacerlo a través del Blog de IHE.

El Blog de la Asociación de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE), tiene un nombre (“No solo impuestos”) que no puede ser más ajustado a lo que es: un espacio libre para que los inspectores expongan sus ideas, experiencias y opiniones sobre múltiples temas, no limitados a los impuestos, al sistema tributario o a las actuaciones administrativas. Aunque no había escrito en él hasta ahora, sí he leído con atención los posts escritos por distintos compañeros, siempre interesantes y muchas veces oportunos.

También he leído las entradas que, de un tiempo a esta parte, se publican en el “Blog Fiscal de Crónica Tributaria”, en la web del IEF, y en la que participan compañeros de los distintos centros directivos del Ministerio de Hacienda. Si bien todos ellos me han parecido de una gran calidad, no todos ellos han suscitado el mismo interés en mí, lo cual es achacable a la mayor o menor cercanía a mis quehaceres administrativos.

Ambos Blogs tienen el denominador común de ofrecer otra versión de los asuntos y novedades ligadas al ámbito tributario. Y digo “otra”, porque cada vez han proliferado más los artículos de opinión, blogs y publicaciones especializadas que, desde el ámbito externo del asesoramiento, analizan, exponen o critican la normativa, la jurisprudencia y la doctrina, o las propias actuaciones administrativas. Era muy necesario poner un contrapunto a todas esas opiniones, no siempre justas ni acertadas. Así que, bienvenidos sean, y esperemos que haya muchos más foros en los que los profesionales al servicio de la Administración Tributaria ofrezcan sus puntos de vista.

Sin embargo, existe una clara diferencia entre ambos Blogs, por cuanto el de IHE es totalmente independiente y su temática absolutamente libre, aunque vinculada normalmente al mundo de la fiscalidad. En cambio, el de “Crónica Tributaria” es un Blog institucional, sometido a una mayor supervisión, para ofrecer un punto de vista más “oficial” o, si se quiere, menos crítico, sobre ciertos asuntos de interés para la Administración Tributaria.

Viene todo esto a cuento de la conveniencia de ofrecer una visión más crítica del funcionamiento de nuestra Administración. Me refiero, claro, a una crítica “constructiva”, pues creo que todos los que aquí escribimos, seamos complacientes o defensores de ciertas actuaciones administrativas, o las critiquemos en mayor o menor medida, buscamos la mejora de la organización en la que trabajamos.

Porque, es lo más habitual que quienes opinan, bien desde IHE o bien de modo individual como inspectores de Hacienda, tiendan a ponerse del lado de la Administración o, si no lo hacen, intenten matizar o explicar ciertas cuestiones, para que el público comprenda de qué se está hablando y por qué la Administración actúa de ese modo, no siempre acertadamente. Llámenle celo profesional, lealtad institucional, conocimiento de lo desconocido o síndrome de Estocolmo.

No digamos ya, si entramos en el terreno de las declaraciones institucionales o de las comparecencias públicas de los altos cargos de nuestro Ministerio, en las que no es de esperar una autocrítica demasiado obvia, más allá del reconocimiento de cuestiones genéricas o de la exteriorización de deseos de mejora. Supongo que todos lo vemos lógico y que, de ejercer estos cargos, haríamos lo mismo.

Es como si fuera un tabú o como si un mayor grado de autocrítica supusiese reconocer un mal trabajo y exponerse a algún tipo de castigo o plaga bíblica. Pocas -o ninguna- veces he oído a un responsable del Ministerio criticar nuestra organización y nuestro modo de trabajar, como tampoco entonar el “mea culpa” por una mala campaña. En este sentido, nos parecemos más a un partido político, que nunca pierde las elecciones, por miedo a que los rivales hagan sangre, que a un deportista que asume un mal resultado, que piensa en el futuro y en que los aficionados sigan apoyándole para logar mejores resultados. Política y deporte (no fútbol) me parecen buenos términos de comparación.

Yo creo más en lo segundo. Aunque haya quien nos critique en cualquier escenario, o quien aproveche la autocrítica para intentar hacer mala prensa, nos debemos a una mayoría que merecen una información sincera. Una mayoría que es la que paga realmente sus impuestos y tiene que saber lo bueno y lo malo, y darnos su apoyo para mejorar en los servicios prestados y en la lucha contra el fraude.

Además, como bien sabemos todos los que trabajamos en la Administración, en no pocas ocasiones, los cambios que se necesitan vienen más por la vía de la publicidad, de la queja o de la interpelación, que de la mano del ánimo constructivo de los trabajadores a nivel interno.

Personalmente, y con mis limitados conocimientos, me gustaría hablar de algunas cuestiones que comentamos entre compañeros, pero que no tienen una exposición pública, a veces por falta de atractivo mediático, y otras porque tememos que le parezcan mal a éste o aquél. Y, realmente, hay muchos temas interesantes, que merecen ser tratados. Y parece que la única forma de darles visibilidad es a través de este Blog.

Para no extenderme demasiado, me limitaré a apuntar algunas cuestiones relativas a la Agencia Tributaria (me centraré sobre todo en ella, porque es el organismo que conozco más directamente), esperando poder comentar algunas de ellas en futuras entradas, si el tiempo, las ganas e IHE me lo permiten. Aunque supongo que es obvio, se tratará de opiniones absolutamente personales, que no tienen por qué ser compartidas, ni por IHE ni por una mayoría de inspectores.

A grandes rasgos, creo que la Agencia Tributaria (AEAT) es una buena organización, pero no muy buena. Su fama de punta de lanza tecnológica de la Administración es merecida, pero en esa afirmación se encierran algunos problemas. De hecho, creo que somos el “tuerto” en el país de los “ciegos”.

Ahí van algunas cuestiones y algunas dudas, que pueden tomarse como un catálogo de críticas no limitativo:

  • Nuestra pretendida modernidad sólo nos ha acompañado en las cuestiones técnicas y de tramitación, asumiendo con cierto éxito una creciente carga de trabajo. Sin embargo, a nivel organizativo no hemos cambiado demasiado en 30 años. Y eso, inevitablemente, se tiene que notar, pues han sido 30 años de intensos y rápidos cambios sociales y económicos.
  • Si bien es cierto que la tecnología nos ha permitido conseguir gestionar grandes números y obtener grandes resultados, si los resultados positivos se contrastan con otros negativos, el panorama es menos halagüeño.
  • Precisamente, esos resultados negativos no son conocidos por el gran público, porque no se publicitan. Se trata de una interesante cuestión: en los tiempos de la transparencia subsisten ciertos tabús por superar.
  • En realidad, es difícil saber en qué medida nuestra actuación es exitosa, porque no hemos tenido nunca ciertos parámetros de referencia. Dicho de otro modo: sí, recaudamos más, pero ¿estamos ganando la batalla al fraude?
  • Tenemos un elevado índice de eficiencia, en términos de coste-beneficio del Ente. Pero esos ingresos, obtenidos con un reducido coste, pueden haber hecho traspasar ciertas líneas en el ahorro de costes de funcionamiento, con negativas consecuencias en las actuaciones de lucha contra el fraude.
  • La calidad y la cantidad. Que hacemos más que antes, nadie lo duda. Que lo hacemos mejor, quizás tampoco. Ahora bien, en 30 años era de esperar una mejora, pero ¿es posible que no alcancemos una mayor calidad por centrarnos demasiado en la cantidad? ¿merecería la pena sacrificar algunos números en aras de buscar mejorar nuestros índices de litigiosidad o nuestra ratio de asuntos ganados en vía judicial?
  • No se puede obviar que la cantidad va muy ligada a objetivos cuantitativos que son necesarios, no únicamente por motivos recaudatorios, sino de imagen. Pero, claro, ¿quién necesita esa mayor recaudación y ofrecer públicamente unos resultados numéricos cada vez mayores? Exactamente. El Gobierno, no la AEAT. Y eso me lleva, a plantear si la independencia del Ente es como debería ser o no lo es tanto.
  • Lo cual, a su vez, nos lleva al modo en que se gestionan las propuestas de cambio y mejora en la Agencia, con visiones muchas veces limitadas de lo que se necesita y de lo que está sucediendo realmente en cada ámbito de trabajo.

Y no puedo evitar terminar sin señalar algo fundamental, que no es otra cosa que el contexto social en que desarrollamos nuestra labor, que nos condiciona y marca en gran medida nuestro modo de organizarnos y de gestionar los asuntos. El desconocimiento de nuestro sistema fiscal por parte de una inmensa mayoría de ciudadanos es palmario, lo que dificulta mucho ofrecer servicios y encontrar colaboración en la lucha contra el fraude;  por el contrario, facilita mucho la crítica a los impuestos y a la Administración Tributaria.  Si puedo, ésta será una cuestión que me gustaría comentar, siquiera de modo superficial y de un modo sencillo.

Termino ya. Si me dejan y encuentro el tiempo, intentaré hablar de algunas de estas cuestiones, de un modo sencillo y directo. ¿Continuará?

 

Francisco Vázquez Rivas, Inspector de Hacienda del Estado 

 

*Las opiniones de los autores son de carácter personal y no tienen por qué coincidir con las de la Asociación Profesional de Inspectores de Hacienda del Estado (IHE)

 

3 Comentarios

  1. Lola Mora 11 de mayo de 2023

    Increíble leer un texto así en un espacio de inspectores de Hacienda.
    Bravo por el autor y por la Asociación que dispone de un espacio libre para este tipo de reflexiones.

    El análisis y la autocrítica es un buen camino para saber hacia dónde ir y por dónde corregir¡. Enhorabuena !

    Enhorabuena por el post.

    Responder
  2. Indalecio 11 de mayo de 2023

    Se centran en la cantidad y han renunciado totalmente a la calidad. Gestión está totalmente descontrolada. Hace años que la Agencia Tributaria no tiene como objetivo principal luchar contra el fraude. Objetivos incrementalistas año tras año….

    Responder
    1. Patricia 12 de mayo de 2023

      Indalecio, tienes toda la razón

      Responder

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